MI VIDA Y MEDICINA

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En este relato, te contaré las distintas etapas de mi vida en relación con Medicina.

Empezaré por lo más primerísimo. ¿Por qué elegí estudiar el Bachillerato de Ciencias y no el de Letras? Pues bien, a mí siempre me habían gustado los animales, la naturaleza, la geología…y cómo no, el funcionamiento del cuerpo humano. Recuerdo con añoranza esas clases de segundo de Bachillerato en las que nos explicaban la Biología molecular, los misterios del ADN, los principios básicos de los sistemas circulatorio, respiratorio, etc. Esas clases me encantaban y me terminé de dar cuenta gracias a ellas y a los profes, por supuesto, de que lo que quería hacer en mi vida profesional era Medicina.

Tras acabar el Bachillerato, vino la Selectividad. Un proceso un poco complicado de preparar, sobre todo mentalmente, pero del que salí airosa afortunadamente.

Con la nota de Selectividad, pude acceder a Medicina en la ciudad que quería. Esa ciudad era Cádiz, un sitio pintoresco, con sus gentes llenas de sentido del humor …una ciudad que siempre tiene una sonrisa escondida para aquellos que estén dispuestos a encontrarla…

Los seis años de carrera se me pasaron especialmente rápidos. Quizá el más duro fue el primer año porque se pasa por un proceso de adaptación un poco peculiar. Pasas de la metodología del instituto, en la que tienes muy estructurado lo que estudiar y lo que no, tienes tus tareas, tu tutor, etc., a una metodología de Universidad. En la Universidad no lo tienes todo tan dirigido. Vas a las clases y coges los apuntes que puedes o crees conveniente y no te dicen exactamente lo que estudiar. También es más difícil organizarse el estudio porque son muchas asignaturas con mucho contenido, contando también los trabajos extra que te mandaban y las clases prácticas de Anatomía. Reconozco que me agobié un poco los primeros meses de Facultad debido a los motivos que acabo de exponer. Menos mal que poco a poco me fui organizando y cuando sentí que lo tenía todo bajo control, recuperé la ilusión que todo estudiante de  Medicina debe conservar.

Los cursos más interesantes son cuarto, quinto y sexto. Sobre todo porque ya tienes más contacto con lo que es la Medicina de verdad gracias a las prácticas de Hospital. Yo empecé las prácticas en el segundo año pero durante ese curso fueron pocos los días que íbamos al Hospital. Si no recuerdo mal, en un mes teníamos sólo 4 ó 5 días de prácticas. El polo opuesto fue sexto curso porque ahí sí que íbamos todos los días de la semana al Hospital. Como no teníamos clases teóricas se hizo de ese modo y la verdad que me alegro. Gracias a esas prácticas te vas dando cuenta de la especialidad que te gustaría elegir cuando acabes la carrera. Yo siempre tuve claro que quería una especialidad generalista. No me gustaba centrarme sólo en un órgano.

Ahora viene una parte muy importante de la carrera: los amigos. Sin duda, ellos y ellas hicieron especial mi paso por la Facultad. Jamás hubiera sido lo mismo sin mis amigos. Los que estuvieron ahí en los momentos de nervios, en los momentos de risas, en los momentos de desesperación, de agobios, de estar saturado tras tanto tiempo hincando codos… Me siento afortunada por haber conocido a tantas personas que merecen la pena y de las que estoy orgullosa de tener en mi vida. No te mienten cuando te dicen que los amigos de la carrera son para siempre, o al menos, en mi caso así ha sido. Mantengo el contacto con todos  y cada uno de ellos. Tienen un hueco especial en mi corazón,  pues han formado parte de una etapa muy especial de mi vida y quiero que sigan presentes siempre. No te imaginas cómo nos reímos y disfrutamos cuando nos reunimos. Nos ponemos a recordar momentos divertidos, como por ejemplo, cuando les poníamos motes a los profes, cuando investigábamos acerca de cotilleos varios de la Facultad, cuando venía el conserje a echarnos la bronca por alguna travesura que hacíamos o cuando contábamos anécdotas de nuestras prácticas con el cadáver de Anatomía. Cuando salíamos de fiesta cerca del paseo marítimo solíamos acabar a las 6 ó 7 de la mañana bañándonos en la playa. Momentos inolvidables de verdad, recuerdo a mis amigas llorando y riendo al mismo tiempo cuando se daban cuenta de que habían perdido una sandalia, de que no se paraban los taxis cuando los llamaban como en las películas o simplemente, reír por reír.

Todos esos momentos mágicos se viven sólo una vez en la vida y te aconsejo que si aún eres estudiante de Medicina, los aproveches al máximo. Si tienes que ir a comer con tus amigos, ve, si tienes que ir a un cumpleaños, ve, si tienes que apoyar a alguien porque esté pasando por un momento delicado, hazlo, si tienes que saltarte una clase para desayunar con tus compis, sáltatela (te darás cuenta de que algunas clases no merecen mucho la pena porque no todo el mundo tiene la capacidad de ser buen docente). Todas estas experiencias te enriquecen muchísimo y te hacen crecer como persona.

Ahora te quiero contar la etapa más dura de todo médico, desde mi punto de vista, claro está. Esta etapa de la que te hablo es el MIR. Un año y medio de intenso estudio que te abre las puertas de la especialidad que tú quieres hacer. La academia que yo elegí para preparar el MIR daba clases los sábados. El resto de la semana  te lo tenías que pasar estudiando la asignatura que te tocara y realizando simulacros MIR. Estos simulacros tenían preguntas de otros años y te ayudaban a ver los temas que más se preguntaban de cada especialidad o asignatura. El MIR es una carrera de fondo, muchas horas de estudio y agotamiento que si no sabes organizarte bien te pueden pasar factura. Mi principal consejo para el MIR es que tengas tus parcelas muy bien delimitadas, es decir, que tus horas de estudio sean de estudio, y las de entretenimiento sólo entretenimiento. Es súper importante saber desconectar para rendir cuando estás estudiando.

Tras el MIR llegó la hora de escoger especialidad. Con el número de orden que obtuve pude elegir Medicina Familiar y Comunitaria como especialidad, que era la que quería de siempre. Me parece la especialidad más bonita porque sabes un poco de todo y porque tienes un trato muy cercano con el paciente.

La etapa de la residencia que estoy viviendo ahora es la más bonita desde que empecé la carrera. Ves cómo todos tus esfuerzos dan su fruto y ayudas a las personas a recobrar su salud. Lo más pesado de llevar son las guardias. Muchísimas horas seguidas trabajando sin apenas un mínimo descanso minan la moral de cualquiera, por más que te encante tu trabajo. Del mismo modo que en la Facultad, durante la residencia te darás cuenta de que harás amigos de los que son para siempre. Hacer guardias juntos  une mucho, tal es así, que mis mejores amigos de la residencia son de mi equipo de guardias. Siempre coincidíamos los mismos y nos dábamos apoyo mutuamente cuando la guardia se ponía especialmente intensa.

Y bueno…hasta aquí puedo leer. Cuando acabe mi especialidad dentro de tres años te contaré qué tal es eso de ser adjunta jejeje.

Sólo una última cosita: Medicina es la profesión más hermosa del mundo y si volviera a nacer la escogería de nuevo una y mil veces más.

¡¡Saludos!!

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