Re: Número de plazas ofertadas en las facultades de Medicina
ENTREVISTA
"Las CCAA fuerzan más plazas de grado"
Federico Morán, Secretario General de Universidades, denuncia múltiples irregularidades en la adjudicación de las plazas de Medicina, y las achaca a la permisividad autonómica.
Francisco Goiri. Madrid |
[email protected] | 22/04/2013 00:00
Federico Morán, secretario general de Universidades
Doctor en Bioquímica y catedrático de la Universidad Complutense, Federico Morán ocupa desde septiembre de 2012 la Secretaría General de Universidades, un departamento que, en el caso de Medicina, debe lidiar con el desfase entre las plazas de grado y posgrado.
P. El grado de Medicina implica necesariamente a dos ministerios, Educación y Sanidad. ¿Cómo es la relación entre ambos?
R. Creo que buenísima. Incluso a nivel personal, mi relación con Javier Castrodeza [director general de Ordenación Profesional de Sanidad] es estrecha y continua en temas que nos afectan a ambos. El diálogo es fluido y continuo.
P. Decanos y estudiantes de Medicina no ven tanta fluidez, y ponen como ejemplo el creciente desfase entre plazas de grado y posgrado.
R. Entre los dos ministerios nos entendemos perfectamente, otra cosa es lo que hagan las comunidades. La Comisión de Recursos Humanos del SNS es la que establece y regula la oferta de plazas MIR y la Conferencia General de Política Universitaria autoriza las de grado, pero, al final, la competencia la tienen transferida las autonomías. En esa Conferencia les recomendamos que, de entrada, no autoricen más plazas de las que tienen verificadas, pero es difícil impedirlo porque, sobre todo las universidades privadas, tienden a aumentar su oferta constantemente, y el Ministerio puede hacer muy poco una vez que esas plazas han pasado la verificación de la Aneca [la Agencia de Evaluación de la Calidad] y tienen el beneplácito de las autoridades autonómicas. Eso, obviamente, genera un problema de sobreoferta de plazas y un preocupante desfase con los puestos de posgrado. Desde la Conferencia hemos llegado incluso a negociar con alguna universidad privada nueva para pedirle que limite su petición de plazas.
P. ¿Pero esas nuevas plazas no se autorizarían si la Aneca no las verificara previamente?
R. Sí, pero la verificación de la Aneca es meramente técnica: constata que se cumplen ciertos requisitos exigidos y eleva su informe al Consejo de Universidades, que es el que finalmente verifica las plazas. Además, el Consejo, que forman los rectores de todas las universidades, no ha entrado, hasta ahora, en problemas puntuales, como puede ser ese desfase que afecta a Medicina. Si la Aneca le dice a la Conferencia que todo es correcto y que el título se puede impartir, ésta da el visto bueno.Entendemos que no es el mejor sistema, pero es el que hay... Además, también somos conscientes de la existencia de malas prácticas: universidades que tienen verificadas, por ejemplo, 100 plazas para primero de Medicina y están impartiendo 180 ó 190.
P. ¿Y eso cómo es posible?
R. Porque nadie se ha preocupado hasta ahora de comprobar que la memoria de verificación coincide con las plazas que se imparten.
P. ¿Y esas malas prácticas afectan sólo a las privadas o hablamos también de centros públicos?
R. Ambos, públicos y privados. No voy a dar nombres concretos, pero casi todas las autonomías han forzado a sus universidades, de una u otra manera, a dar más oferta de Medicina de la que tenían verificada.Tenemos la información en la mano y queremos llevarla a la próxima Conferencia General, antes del verano, para que se estudien esas irregularidades y se tomen las acciones pertinentes.
P. Pero esas irregularidades de las que habla afectan directamente a la calidad docente...
R. Sin duda, pero, además, hay otro problema de malas prácticas que es, incluso, peor y que, éste sí, afecta especialmente a las privadas: cumplen la verificación en primero, es decir, si tienen 100 plazas imparten 100, pero pueden tener en segundo y tercero hasta 300 alumnos. ¿De dónde han salido esos estudiantes? Tienen puentes desde otras titulaciones, de forma que no les permiten apuntarse en primero de Medicina, pero luego les facilitan el acceso al grado desde esas otras titulaciones. No puedes formar a 300 cuando tienes capacidad verificada para 100, porque no tienes profesorado de calidad, medios, laboratorios, camas en hospitales... Esto es muy grave, porque podemos poner en el sistema a médicos sin la formación adecuada.
P. ¿Pero no existe un mecanismo de control desde el Ministerio, aunque la competencia sea autonómica?
R. Existe el procedimiento de renovación de la acreditación de los títulos, algo que, por ley, se tiene que hacer cuando una universidad ha sacado ya dos promociones de un título concreto. El primer requisito para hacer esa renovación es que la memoria de verificación se esté cumpliendo, es decir, que no se impartan más plazas de las verificadas. Además, a nivel ministerial existe una comisión cuatripartita (rectores, agencias de evaluación, autonomías y Educación), que preside el director general de Política Universitaria y que aborda las denuncias de malas prácticas. Lo que pasa es que, una vez estudiado el problema, esa comisión eleva un informe a la comunidad, que es la que decide qué hacer.
P. Entonces, en este punto, ¿para qué sirve exactamente el Ministerio?
R. El Ministerio tiene capacidad normativa, porque, al final, el Estado es el que otorga los títulos, pero la capacidad ejecutiva es exclusivamente autonómica. Si la comunidad mira para otro lado en caso de malas prácticas, sinceramente poco se puede hacer, porque no hay mecanismos, ni un régimen sancionador, ni los instrumentos necesarios para atajar esas irregularidades a nivel nacional.
P. ¿Qué balance hace del modelo de Bolonia una vez que está implantado en todas las facultades?
R. Nos hemos adaptado a un modelo que implica cambios profundos en la metodología docente y que exige más horas de dedicación, grupos menos numerosos y más profesorado, y todo ello en un momento económico muy malo. En este contexto, es difícil hacer un cambio pleno a ese modelo de Bolonia, así que, de momento, diría que estamos en una adaptación paulatina.