Por petición popular he decidido contar algunas de las quejas que he recibido trabajando como veterinaria. Hoy os voy a contar solo un caso pero intentaré actualizar con más cosas y en clave de humor dentro de lo posible.
*Se presenta una señora en la clínica, sin cita y a media hora del cierre (no somos un out of hours y por lo tanto no hacemos urgencias fuera de nuestro horario).
Moraleja: cuida bien de tus conejitos o te llevas una denuncia.
*Se presenta una señora en la clínica, sin cita y a media hora del cierre (no somos un out of hours y por lo tanto no hacemos urgencias fuera de nuestro horario).
- Ya sé que no tengo cita, pero es que acabo de volver del trabajo y creo que mi conejita no está muy bien.
- Bueno, cuéntame qué le pasa.
- Es que no está comiendo desde hace unos días…
- Entonces no está comiendo, ¿algo más que te preocupe?
- Bueno, creo que he visto gusanos en el culito.
- ¿Gusanos? *pregunto mientras por dentro estoy empezando a llorar porque sé lo que me espera*
- Sí, gusanos, como larvas de mosca…
- ¿Y desde cuándo está así?
- ¡Desde esta mañana! Ayer no estaba así.
- Bueno, vamos a echar un vistazo y a ver qué podemos hacer.
- Por favor, tienes que salvar a mi conejita. Es mi bebé, ¡es muy importante para mi!
- Bueno, yo he hecho todo lo que podía hacer. Ahora depende de ella. Puedo mandarte a un out of hours para que la monitoricen o puedes vigilarla en casa.
- No, si la llevo a un OOH va a ser carísimo. Yo la vigilo en casa, pero dime una cosa ¿va a sobrevivir?
- A ver, yo eso no te lo puedo asegurar. Su condición es muy mala… te puedo decir que solo he visto un animal morir de esto y era porque el problema estaba muy avanzado y se había pasado semanas en la calle con esto…
- No, esto ha pasado esta mañana. Mi conejita no lleva semanas así.
- Bueno, pues esto es todo lo que puedo hacer. Si no mejora o empeora, por favor tráela de inmediato para poner tratamiento y mientras tanto aquí tienes el tratamiento para casa.
- ¡Mira lo que has hecho! – me espeta la señora mayor.
- ¿Perdón? – pregunto porque genuinamente no tengo ni idea de qué habla.
- La conejita está peor que ayer – dice de muy malas maneras.
- A ver, deja que le eche un vistazo – digo metiéndola en la consulta y empiezo el examen. Efectivamente, la coneja está muy mal, apenas responde a estímulos. Salgo de la consulta y me acerco a la propietaria – Efectivamente está muy mal. No responde a estímulos y no creo que haya nada más que podamos hacer en su caso.
- ¡Es tu culpa! – insiste la señora mayor mientras yo hablo con su hija.
- Como ya le comenté a su hija, yo hice todo lo que pude ayer, el resto dependía de la paciente y, desafortunadamente no ha sido suficiente – digo con calma.
- ¡Eso es porque no sabes lo que haces! Si fueras veterinaria… - empieza la señora.
- A ver, vamos a dejar las cosas claras: lo primero es que soy veterinaria – digo girándome hacia ella (hasta este momento había mantenido mi atención en su hija ya que era con la única con la que se podía tener una conversación.
- Bueno, pero ¿cuánto tiempo llevas siendo veterinaria? Si tuvieses más experiencias con este tipo de casos…
- Oiga señora, se lo voy a decir una vez más de la misma manera que se lo dije a su hija ayer: esta no es la primera vez que veo y trato a un animal así y el único que no sobrevivió fue un gato callejero que llevaba semanas así y, obviamente había poco que hacer. Se lo voy a preguntar de nuevo ¿lleva su coneja semanas así?
- ¡NO! – aseguran las dos de inmediato.
- Bueno, en ese caso está todo dicho. ¿Qué queréis hacer con ella?
- Queremos eutanasiarla – dice la propietaria.
- Me parece la decisión correcta en este caso – digo – ahora os digo el precio y las opciones…
- ¿Cómo que precio? – pregunta indignada la señora mayor.
- A ver, la eutanasia es un servicio y como tal tengo que cobrarlo. Yo no pongo los precios ni tengo capacidad de decisión sobre ellos.
- ¿Y quién tiene capacidad de decisión? – pregunta.
- La propietaria de la clínica, pero ella no está aquí.
- ¡Qué oportuno!
- La propietaria de la clínica está de baja por maternidad. ¡Qué oportuno que vuestra coneja se ponga enferma justo a la vez! – respondo intentando controlar las ganas de mandarlas a la mierda.
- Bueno, lo que sea. De todas formas tienes que hacerlo gratis porque es tu culpa – insiste la señora mayor.
- Le repito que no puedo hacerlo – respondo mientras aprieto los puños y trato de tranquilizarme.
- Bueno mamá, para ya que no tengo ganas de discutir por esto – dice la dueña de la coneja y acepta el precio y demás. Antes de irse me dicen lo decepcionados que están conmigo y que van a poner una queja, a lo que yo respondo que adelante, están en su derecho y yo estoy muy tranquila porque sé que todo lo que he hecho está bien hecho.
Moraleja: cuida bien de tus conejitos o te llevas una denuncia.