whoispedriito
Miembro
Hola a todos, soy un chico de 22 años y llevo varios años en este foro. Quiero escribir esto con calma y respeto, porque reconozco que cuando llegué aquí era un niñato: preguntaba mil cosas sin parar, sin experiencia, sin madurez y con la ansiedad de quererlo todo ya. Algunos me respondieron duramente, y aunque entonces me dolió, hoy sé que tenían razón: no estaba listo.
Siempre he querido estudiar Medicina, no por capricho, sino porque desde pequeño he vivido en consultas, hospitales, enfermedades en la familia y siempre me ha salido natural ofrecer ayuda a los demás. Con el tiempo, descubrí que además tengo una discapacidad reconocida por trastorno de ansiedad (ciclotimia + ansiedad intensa). Eso marcó mi vida académica: hice un grado medio sanitario, aprobé los exámenes, pero suspendí las prácticas por irresponsabilidad. En segundo año aprobé todo con buena nota, pero dejé de ir a clase porque la ansiedad me bloqueaba, así que me echaron. Intenté sacarlo por libre, pero justo comencé a trabajar de gasolinero para ayudar económicamente en casa. Dos años así.
Hoy vivo solo, pago mi alquiler, he trabajado para mantenerme, he aprendido a ser responsable. Y aquí viene lo importante: me he enterado de que, gracias a mi discapacidad, puedo acceder a Medicina por cupo reservado con una nota mucho más baja que la vía ordinaria. En algunas universidades es un 5–5,5. Lo mismo ocurre en algunas pruebas de mayores de 25, donde a veces el cupo ni siquiera se llena.
No lo digo para presumir. Lo digo porque yo necesitaba que alguien me hubiese contado esto hace años. No es una vía fácil ni un chollo: seguiré teniendo que estudiar, sacrificarme y terminar la misma carrera que todos. La diferencia es solo la puerta de entrada, no el camino.
Ahora estoy estudiando la prueba libre de Bachillerato para adultos, en febrero viajo a Aragón para examinarme, y si todo va bien, en septiembre de 2026 voy a entrar en Medicina en la universidad que me toque. Me da igual moverme a cualquier parte de España. Quiero ser médico, trabajar en lo que amo, esforzarme de verdad. Y esta vez, con madurez.
Termino dando las gracias a quienes me criticaron en el pasado. Me enseñaron sin querer que no basta con desear las cosas: hay que pelearlas. Ahora lo entiendo.
Nos veremos dentro de unos años con la bata puesta.
Un saludo a todos.
Siempre he querido estudiar Medicina, no por capricho, sino porque desde pequeño he vivido en consultas, hospitales, enfermedades en la familia y siempre me ha salido natural ofrecer ayuda a los demás. Con el tiempo, descubrí que además tengo una discapacidad reconocida por trastorno de ansiedad (ciclotimia + ansiedad intensa). Eso marcó mi vida académica: hice un grado medio sanitario, aprobé los exámenes, pero suspendí las prácticas por irresponsabilidad. En segundo año aprobé todo con buena nota, pero dejé de ir a clase porque la ansiedad me bloqueaba, así que me echaron. Intenté sacarlo por libre, pero justo comencé a trabajar de gasolinero para ayudar económicamente en casa. Dos años así.
Hoy vivo solo, pago mi alquiler, he trabajado para mantenerme, he aprendido a ser responsable. Y aquí viene lo importante: me he enterado de que, gracias a mi discapacidad, puedo acceder a Medicina por cupo reservado con una nota mucho más baja que la vía ordinaria. En algunas universidades es un 5–5,5. Lo mismo ocurre en algunas pruebas de mayores de 25, donde a veces el cupo ni siquiera se llena.
No lo digo para presumir. Lo digo porque yo necesitaba que alguien me hubiese contado esto hace años. No es una vía fácil ni un chollo: seguiré teniendo que estudiar, sacrificarme y terminar la misma carrera que todos. La diferencia es solo la puerta de entrada, no el camino.
Ahora estoy estudiando la prueba libre de Bachillerato para adultos, en febrero viajo a Aragón para examinarme, y si todo va bien, en septiembre de 2026 voy a entrar en Medicina en la universidad que me toque. Me da igual moverme a cualquier parte de España. Quiero ser médico, trabajar en lo que amo, esforzarme de verdad. Y esta vez, con madurez.
Termino dando las gracias a quienes me criticaron en el pasado. Me enseñaron sin querer que no basta con desear las cosas: hay que pelearlas. Ahora lo entiendo.
Nos veremos dentro de unos años con la bata puesta.
Un saludo a todos.
