Hasta comienzos de la década del '70, los médicos de guardia se limitaban a esperar a los enfermos en el hospital para brindarle su asistencia. Éste era el ámbito donde practicantes y médicos jóvenes adquirían sus conocimientos, mezclándose maestros y alumnos en un sistema de educación sin normas dictadas por la comunidad científica.
En ese entonces no se hablaba de "urgencias" o "emergencias", de "catástrofes", de "Víctimas múltiples”, ni de la atención del paciente "en el terreno”.
La socialización de la medicina y el deterioro del hospital público de fines de la década del '60, generaron el auge de las empresas de salud y de las de atención domiciliaria, creando una gran cantidad de nuevos puestos de guardia donde, con fines de abaratar costos, quedaron alumnos sin maestros al frente de ellas.
Desde 1974, se comenzó a luchar por la capacitación del médico de guardia dentro de las estructuras hospitalarias, sanatoriales y de atención domiciliaria. Paralelamente, la industrialización de la sociedad, el crecimiento del parque automotor con el consecuente aumprioento de los accidentes de tránsito y el incremento de la violencia ciudadana, agregaron a la patología habitual de la guardia un nuevo elemento: el trauma.
Estos hechos hicieron que el perfil del médico de guardia cambiara en el mundo entero:
se comenzó a salir del hospital a buscar al enfermo, se lo categorizó en el terreno, se seleccionó el que debía ser trasladado con ridad, y se comenzó a hablar de víctimas en masa.
Surgía entonces un interrogante: ¿debía considerarse a la emergentología como una especialidad?
A pesar de lo que ya en ese momento comenzaba a ser una exigencia, no había aún conciencia ni voluntad de interpretar esos cambios, ni de la importancia que dentro de un servicio de emergencias o dentro de una ambulancia hubiera un médico capacitado.
Los atentados en la Embajada de Israel y la AMIA y el accidente aéreo en el aeroparque en nuestro país, fueron hechos que conmovieron a la opinión pública, sensibilizaron a la comunidad médica y demostraron que estábamos en el camino correcto.
A nivel internacional, los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York y de
Atocha en Madrid, terminaron de concientizar a nuestra sociedad y al mundo entero.
Hoy, la emergentología es una especialidad reconocida en países con políticas sanitarias tan dispares como lo son en los EE.UU., China, Italia, Australia y Canadá.
No existe una formación especializada que regule los requisitos y conocimientos que han de poseer los profesionales que ocupen estas áreas y que están encargados de cubrir esta importantísima demanda sanitaria.
Las características comunes de las situaciones de emergencia son su carácter imprevisto, su localización variable y fortuita, su diversa etiología, su desigual gravedad y la necesidad de una respuesta inmediata. Estas circunstancias no dan tiempo a las interconsultas, deben ser resueltas inmediatamente, y un error diagnóstico o terapéutico puede comprometer la vida de los pacientes.
Es hoy imprescindible que el médico de emergencias tenga una capacitación especial. Su actuación, basada en el método del conocimiento científico, debe iniciarse en forma rápida y eficiente, diagnosticando y corrigiendo el problema vital que posteriormente será continuado en el ámbito de la especialidad correspondiente. Debe estar entrenado y actualizado para ello, y debe ir adaptándose a las nuevas situaciones a las que nos lleva la globalización que no sólo es económica sino también, política y social.
Por tanto se lanza la carrera de emergentología, otorgando el título de especialista en dicha disciplina.
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