Numerosas voces autorizadas reclaman un nuevo MIR

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Paso ya el 1 de febrero, el pasado sábado, la fecha que para los nuevos graduados en Medicina ha supuesto un antes y un después: la prueba MIR, un examen que pareció difícil. Este año se han ofertado 6.149 plazas de formación de posgrado. Hay una demanda común que se repite desde hace años: hace falta una prueba en la que no sólo se evalúen los conocimientos puramente médicos, sino también las capacidades de comunicación, de trabajo en equipo o la resolución de problemas, como establece la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias.»Quien sabe sólo de Medicina, ni medicina sabe», recuerda Enrique Lázaro, presidente del Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM). «La teoría es importante, pero también otras competencias como mantener una buena comunicación con el paciente». Documento con el cuadernillo 0 del pasado MIR.

Quienes piden una prueba similar a la ECOE son conscientes de que es complicado: «Sin duda nos ayudaría a perfilar quiénes son los mejores candidatos con una visión de 360º sobre lo que es un auténtico profesional», apunta Jacinto Fernández, presidente de la Asociación de Redes Docentes y Asesoras (Areda), «pero no podemos poner una prueba de habilidades clínicas cuando no se están enseñando de manera generalizada en las facultades».

Además, «es una prueba costosa y habría que establecer criterios muy claros para evaluar con la mayor objetividad posible», apunta Ricardo Rigual, presidente de la Conferencia de Decanos de Medicina. «Si de verdad pensamos que esas competencias son importantes y queremos que despierten el interés de estudiantes y docentes, hay que evaluarlo», insiste Lázaro.

Las fuentes consultadas también coinciden en otro punto: las facultades padecen cierto grado de MIRitis. Según Oscar Gorría, vocal MIR de la OMC, «han ido perdiendo la finalidad de formar médicos para formar respondedores de MIR», lamenta. De ahí que, en su opinión, no sea una mala medida haber quitado peso al expediente académico, que pasó de representar el 25 por ciento de la nota final a sólo un 10 por ciento en el año 2011. Además, con la apertura de las nuevas facultades, «no hemos comprobado si sus estándares de calidad son los mismos que los del resto. Si queremos que el baremo académico tenga peso, la formación debe estar homogeneizada». Una forma de evitarlo sería establecer un temario más o menos cerrado para que las facultades pudieran centrarse más en su labor docente y menos en el examen, pero también opina que «con un temario los resultados serían más ajustados y sería más complicado establecer un orden para solicitar las plazas».

Para Rigual, el expediente «debe tenerse en cuenta. Otra cosa es que el porcentaje sea discutible», aunque apunta que, en su opinión, el 10 por ciento actual le parece adecuado, poniendo a los alumnos en situación de igualdad independientemente de dónde hayan estudiado. De todos modos, en general los docentes observan que parece haber una correspondencia entre el buen estudiante y un resultado respetable en la nota del examen.

«Lo que más nos preocupa es el desajuste entre egresados y plazas MIR», dice el presidente de los decanos. «Dentro de 4 ó 5 años, incluso si no optaran a plaza ni extranjeros ni recirculantes ni los que buscan reespecializarse, habría 1.000 candidatos que van a estar condenados al éxodo. Incluyendo a estos colectivos, hay estimaciones que hablan de 4.000 egresados sin plaza», señala Gorría.

El vocal de la OMC opina que muchas de las medidas, como reducir las plazas de posgrado, el cupo de extracomunitarios y la nota de corte van justificadas por la necesidad de imponer cierto control demográfico. En concreto, el CEEM considera que poner una nota de corte, implica que el examen sea evaluador en lugar de ordenatorio: «Nuestras facultades ya nos han dado el título de médico. Si se quiere evaluar, que se establezcan unos contenidos que todo médico deba conocer», demanda Lázaro.

Fernández apunta que los tutores MIR observan que los que obtienen una buena nota en la prueba suelen mostrar una buena capacidad para el aprendizaje de la especialidad y desarrollo profesional, pero el presidente de Areda considera que es aceptable que el examen se vuelva más selectivo: «El sistema debe formar a los especialistas que necesite para su consumo, puesto que fundamentalmente se forman mediante financiación pública».
Fuente
http://www.smandaluz.com

 

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