Hay gente que dice que la vocación no se tiene o no llega hasta que no estás en el hospital o en una consulta atendiendo pacientes y que lo que tienes antes de eso es interés o curiosidad por la profesión.
No se si sigues teniendo el interés que tenías, solo que enterrado al hacerte a la idea de que nunca entrarías en medicina (en cuyo caso resucitaría de nuevo al entrar) o si de verdad perdiste todo el interés, sólo te puedo decir que, si de verdad te gusta esto, merece la pena.
Los primeros años son decepcionantes porque no estudias nada que se parezca a medicina y no vas a ver a un paciente ni de lejos, pero cuando empiezas a entrar al hospital, a seguir a los médicos y a entender qué está pasando, merece la pena.
Hay pacientes que te van a sonreír, que te van a hacer sentir como si de verdad estuvieses donde debes estar y que te van a agradecer que les atiendas, aunque lo máximo que hayas hecho haya sido sonreírles o echar un vistazo a sus análisis mientras tu doctor te los explica. Hay otros pacientes que no son tan agradables, pero es parte de la medicina y hay que aprender a lidiar con ellos.
Medicina es una carrera dura. Tienes mucho que estudiar y habrá momentos en los que querrás abandonar, todos los tenemos, pero planteate antes de entrar o no si crees que merecerá la pena lo que te va a pasar a partir de que entres en la carrera más bonita del mundo (en mi opinión). Si ese amor por la medicina vuelve, ve a por todas, sabiendo que los dos primeros años no deben servirte para decidir si sigues o abandonas, si no vuelve, entonces quizás no es lo que quieres hacer.